La Bailaora
por Baba
Los dedos trazaban diseños invisibles en el aire mientras ella bailaba lentamente en círculos desinhibidos. Se balanceaba sobre los dedos de un solo pie y con movimientos suaves del otro pie ella trazó el contorno de la pierna. Continuó levantar la pierna hasta que la extendió completamente. Se inclinó a la cintura y permitió los brazos extender suavemente para imitar los movimientos de un pájaro grande con una envergadura tan linda.
Ella paró su baile y atravesó el piso de la sala para comenzar la práctica de otros ejercicios. Su zancada contuvo la misma energía y belleza como la coreografía que ella había ensayado.
Uno, dos y tres imágenes de ella reflejaban en los espejos situado por todos partes en el cuarto. En mi mente ella no nunca existía como una mujer nada más. Ahora ella me parecía como una aparición angelical que yo veneraría por toda mi vida si me permitió.
Ella extendió una pierna sobre una barra de madera adosado al pared y comenzó a estirarse. Mientras se inclinó el torso hacia adelante y luego hacia atrás, ella saludó el techo con las manos. Los dedos de cada mano parecían a llamar una persona desconocido a venir y compartir su alegría.
Yo estaba de pie paralizado, un alma inculto, en ropa sucia con fregona en la mano derecha y un cubo de agua mugrienta en la mano izquierda. Sólo podía soñar de una mujer como ella tocando el borde de la tela de mi vida hecho jirones.
Una voz inaudible se hizo más fuerte. La incesante repetición de una palabra se levantó de un sitio de silencio completa. Finalmente la escuché.
-Abuelito, abuelito … ¿qué te pasa abuelito?-
Mi nieta había subido su trono, mi regazo, y ahora trataba de mostrarme un dibujo que había creado. De nuevo su voz comenzó a debilitarse mientras yo miraba hacia la cocina.
Allí, en la cocina, estaba mi bailaora. Ella tuvo la misma elegante de movimientos que poseyó hace 40 años. Los dedos, artríticos ahora, alcanzó al armario en la misma manera que trazaban diseños invisibles en el aire hace décadas. Mientras estaba de puntillas para llegar los estantes más altos yo pude ver que los años no se habían robado de su graciosa. Cuando caminaba por la cocina, era obvio que el tiempo no había tenido la capacidad a paralizar la bailaora que vivía dentro de ella. No hay nunca más espejos por todas partes para reflejar su imagen. Los espejos han sido sustituido por los brillantes reyes del sol que ayudan formar su silueta delante de la ventana en la cocina.
Yo soy un alma inculto. Trabajé toda mi vida en ropa sucia y, ahora, me sentí aquí paralizado con nuestra nieta en mi regazo. Hace 40 años esa bailaora entró en mi vida. Saboreo cada segundo que tengo aire en el cuerpo porque me ha sido permitido más tiempo para mirarla bailar una vez más.
fin
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